¿Nueva Ley Anti Tabaco? Sujétame el Ducados

Ni Franco prohibió tanto, y ahora viene un ministro con cara de seminarista a quitarme el café y el cigarro
Si fumar mata, que nos dejen morir tranquilos, con dignidad y con un cenicero lleno

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Paco De Sobrao

es autodidacta por la Complutense de Benidorm, tiene un máster en «Sabiduría de Calle» y es doctor honoris causa por la Universidad de la Barra de Cualquier Bar. Colaborador en este diario. Aborrece los matices, adora las sentencias y mezcla fútbol con geopolítica sin despeinarse.

Lo digo alto y claro: lo que quieren con la nueva Ley Antitabaco no es protegernos, es aniquilarnos como especie. Porque el fumador ya es el último villano social: más malo que el que tira chicles al suelo, más odiado que el que pone reguetón en altavoz en el metro, más señalado que el que se cuela en la cola del Mercadona.

Ya no basta con echarnos de bares, oficinas y aeropuertos. Ahora nos quieren prohibir fumar en terrazas, piscinas, marquesinas, paradas de autobús, coches, campus universitarios, plazas de toros, parques infantiles y, si me descuido, hasta en el baño de tu propia casa si da al patio interior. Vamos, que si sigo sus normas, el único sitio legal para encender un Ducados será la punta de un monte nevado, y siempre que no haya cabras mirando.

Argumentos que los “no fumadores” nunca entienden

La economía nacional depende de nosotros.
El tabaco paga colegios, carreteras y hasta el sueldo del ministro que me quiere prohibir fumar. Si mañana todos dejáramos el vicio, España quebraba en una semana. Yo no fumo por placer, fumo por patriotismo.
El aire nunca fue de nadie.
Ahora resulta que el aire es “público” y que no se puede manchar. Pues el aire lleva siglos lleno de polvo, polen, tubos de escape y pedos de vaca, y nadie se ha quejado. Pero claro, que encienda yo un piti y ya parece que invoco a Chernóbil.
Los bares sin humo son un cementerio.
Antes entrabas en un bar y olía a humanidad: tabaco, calamares y vino peleón. Ahora entras y huele a ambientador de mango. Y la gente callada, como en misa. La hostelería murió el día que nos echaron con nuestros Ducados.
El fumador es más educado de lo que parece.
El fumador pide permiso, se aparta, saca cenicero portátil, hasta ofrece un piti al necesitado. ¿Y qué hace el no fumador? Te mira con desprecio mientras escupe al suelo el chicle de menta.

Comparaciones que nadie hace, pero deberían

El que come bollería industrial no molesta al vecino, pero se mata igual: ¿cuándo vamos a prohibir las napolitanas de chocolate?
El que se emborracha en la terraza y canta Manolo Escobar a las tres de la mañana sí molesta, y mucho más que un cigarro. Pero de eso no se legisla.
Los coches echan humo todo el día y nadie prohíbe circular por la calle Mayor a las 8 de la mañana. Yo, con mi cigarro, contamino menos que un patinete eléctrico con batería china.

Lo que viene después (tiempo al tiempo)

Hoy te prohíben fumar en la terraza.
Mañana te prohíben mojar pan en la salsa porque “sube el colesterol”.
Pasado, vendrá la Ley Antibravas, porque el picante irrita y da tos.
Y al final, solo quedará permitido respirar aire reciclado de una máquina con código QR del Ministerio.

Conclusión

El fumador no pide mucho: un café, un cigarro y que le dejen en paz. Pero claro, eso es demasiado pedir para un gobierno que cree que la libertad se mide en metros libres de humo.

Así que yo lo digo: ¿Nueva Ley Anti Tabaco? Sujétame el Ducados. Porque el día que me quiten el último piti, me tendrán que dar en compensación un ministerio entero.

Aviso: Sátira 100%. Hechos 0%. Cualquier parecido con la realidad es un chiste. No es información, es humor. Ríe, duda y no pidas la factura. Si se parece a la realidad, es culpa de la realidad. Cualquier coincidencia es casualidad… o karma.