
Se Inaugura el Museo de la Piratería Digital en Torrent, Valencia; con La Mirada Puesta en el Futuro del Sector
- La cultura del archivo corrupto entra por fin en los museos, aunque nadie sepa aún si se ha descargado del todo
- Microsoft exige que sus licencias se exhiban bajo cristal blindado, “por seguridad emocional”

Torrent (Valencia) — Entre aplausos ralentizados y una conexión Wi-Fi claramente saturada, la localidad de Torrent ha inaugurado esta semana el primer Museo de la Piratería Digital del mundo: un centro cultural que no solo acepta, sino que celebra el caos de la era del archivo compartido, el .zip sin descomprimir, y la nostalgia de oír a un módem 56k en modo ópera.
Bajo el provocador nombre de Museo del Buffer Eterno y con el lema “Abrimos al 99% de carga”, este espacio museístico rinde homenaje a un fenómeno global que durante décadas vivió en la sombra… y que ahora exige su lugar en la historia del patrimonio digital. O al menos, en una copia de seguridad mal etiquetada.
Una experiencia museográfica en baja resolución (por fidelidad histórica)
Nada más entrar, el visitante es recibido por la emblemática Sala CamRip, una instalación inmersiva donde películas mal grabadas proyectan sombras humanas paseando frente al proyector, mientras suena un audio monoaural con risas de fondo. La exposición continúa con la Galería de Subtítulos, una colección tipográfica donde la misma frase —“¡Corre, que vienen!”— puede leerse en 14 tiempos verbales y seis variantes de Comic Sans.
Para los amantes del suspense eterno, el Túnel del 99% ofrece una barra de carga detenida, tensa, suspendida en el tiempo, como metáfora de toda una generación que creció sin saber si lo que bajaba era porno, un virus o los dos.
En una de las alas más visitadas del museo se encuentra la Sala WinRAR Registrado, un espacio utópico donde, por primera vez en la historia digital de la humanidad, se puede instalar WinRAR con licencia oficial sin que te salte una ventana pidiendo que compres nada. Aquí, los visitantes pueden descomprimir archivos sin sobresaltos, sin culpa, sin recordatorios pasivo-agresivos cada vez que abren un .rar. “Es como un spa emocional”, declara emocionado un visitante mientras extrae 437 MB de archivos con nombres como “curso_excel_completo_by_Antrax007.rar”. La sala está patrocinada por una misteriosa fundación anónima que ha comprado UNA (1) licencia y la ha instalado en todos los ordenadores del museo, en un gesto de generosidad que ha sido comparado con la donación de órganos.
Y en un giro irónico digno del MoMA, la Sala DMCA presenta cuadros vacíos decorados con marcos dorados y un cartelito de “Contenido retirado por derechos de autor”.

Microsoft exige una sala propia: «Es cultura del trauma»
La presión del gigante tecnológico ha dado lugar a una sección específica llamada “Licencias y Lamentos”, un rincón con un ambiente lúgubre y música de startup triste, donde se exhiben licencias de Microsoft Office 2003, pantallas azules del XP embalsamadas y testimonios en vídeo de usuarios que intentaron activar Windows sin conexión a Internet.
“Cada clave de producto no validada es un grito en el vacío,” asegura Maite Lladó, comisaria de esta sala, mientras enseña una exposición especial de pegatinas originales de Microsoft Word 95, escoltadas por vigilantes armados con cortafuegos.
En una vitrina blindada y con luz tenue se exhibe la legendaria carpeta “Setup1.exe”, hallada en un pendrive en Castellón, que según los expertos contiene el instalador completo de Encarta 97. “Posiblemente no funcione, pero no importa. El arte tampoco lo hace siempre,” concluye Lladó.
Una tienda que sí permite descargas… pero solo físicas
El museo se completa con una tienda de recuerdos donde se pueden adquirir reliquias como torres de CD-R vírgenes (reconvertibles en jarrones), camisetas con el lema “Yo compartí, pero era pan”, e imanes de nevera con la frase “Abrir con VLC”.
Además, se imparten talleres como “Restauración de carpetas ‘Mi Música’ con portadas a 200×200 px” o “Cómo nombrar archivos sin perder la dignidad”. La audioguía, por coherencia histórica, se reproduce en 128 kbps y se detiene cada tres minutos para hacer buffering.
“No se comparten archivos. Se comparten anécdotas.”
Así reza una de las normas del museo, que se toma en serio el humor y en broma casi todo lo demás. El Museo del Buffer Eterno no busca blanquear la piratería, sino ofrecer una mirada crítica, nostálgica y absurdamente meticulosa sobre un pasado reciente que, aunque ilegal, formó parte del despertar digital colectivo.
Ya han anunciado su próxima exposición temporal: “MegaUpload, el Guggenheim del JPG robado”, comisariada por exadministradores de foros con avatares de Goku en 3D.
La ministra de Cultura no ha asistido, pero ha enviado un GIF a 240p como muestra de apoyo institucional.
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