Leticia Sabater Se Une a La Oreja De Van Gogh como Cantante Suplente

  • Amaia Montero podría tomarse descansos y nadie notaría que ha entrado Leticia
  • La banda promete: «la experiencia será igual de confusa, pero con abdominales marcados»

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Tras años de tensiones vocales, idas, venidas y canciones que suenan todas a “esa que ponen en bodas”, La Oreja de Van Gogh ha dado un paso que nadie pidió: Leticia Sabater será su cantante suplente oficial.

La medida, adoptada con la misma lógica con la que uno se tatúa borracho en Magaluf, permitirá que Leticia se suba al escenario en caso de que Amaia Montero vuelva a tener un episodio de “necesito un descansito cósmico” o, sencillamente, no le apetezca salir al escenario ese día. Porque, según fuentes cercanas a la banda (un primo del teclista y una señora que paseaba por Donosti), “Leticia canta parecido… al menos a través de un megáfono y bajo los efectos de un resfriado leve”.

Amaia vuelve, pero con cláusula de fuga

Desde que Amaia anunció su regreso a la banda en 2025, los fans se dividieron entre los que gritaban “¡por fin!” y los que murmuraban “¿otra vez?” por lo bajo. Sin embargo, su retorno ha sido acompañado de una serie de condiciones, entre ellas poder retirarse “en cualquier momento, sin previo aviso, si la energía del universo no está alineada con su aura”.

Ahí es donde entra Leticia.
Sí, Leticia “salchipapa” Sabater.
Sí, la misma que ha hecho abdominales en directo, cantado hits que desafían la lógica musical y pasado más filtros de Instagram que un político en campaña.
Sí, esa.

Leticia no canta, interpreta la realidad

“La idea surgió durante una comida”, comenta un supuesto portavoz del grupo. “Alguien dijo ‘si Amaia no puede cantar, ¿quién puede ocupar su lugar sin que el público se dé cuenta?’. Y alguien gritó ‘¡Leticia Sabater!’, en tono de broma. Y, como toda buena idea española, decidimos llevarla hasta el final aunque fuese absurda”.

En los ensayos piloto ya se han vivido escenas únicas: Leticia entrando con gafas de 200 mm de diámetro, top rosa, shorts negros y botas de cuero hasta la rodilla, mientras entona con energía su versión de Cuídate, transformada en una mezcla entre techno-pop y villancico distorsionado.

“Es otra energía”, confiesa el bajista. “Donde antes había melancolía, ahora hay algo parecido a una fiesta en una nave industrial con luces de feria y olor a cacao para glúteos”.

Coreografías, humo y playback con atún

Entre las nuevas dinámicas de la banda está el “modo Leti Live”: cuando Leticia entra, todo cambia. El piano se sustituye por una base de reggaetón suave, los músicos deben hacer coreografías mínimas y se activan máquinas de humo con aroma a proteína.

El público, según las encuestas, no ha notado mucha diferencia. “Yo vine por nostalgia y me he quedado por el espectáculo”, dijo un asistente. “Al principio pensé que era Amaia, pero luego vi abdominales y una voz chillona diciendo ‘¡vamos mis loquiiiis!’, y supe que algo raro pasaba”.

En Spotify ya se anuncia el próximo álbum híbrido: Entre Rosas y Salchipapas, donde las canciones clásicas serán reinterpretadas por Leticia con nuevos títulos como “Puedes contar conmigo, pero mejor si me escribes por Insta” o “20 de enero y aún no he cobrado el Bizum”.

Un futuro incierto pero abdominal

A pesar de lo imprevisible de la propuesta, La Oreja de Van Gogh asegura que la colaboración está funcionando. Leticia se siente integrada, el público está confuso y Amaia disfruta de la posibilidad de huir entre bambalinas en cualquier momento sin culpa.

“No se trata de cantar mejor o peor”, afirma el representante de la banda. “Se trata de que todo suene más o menos igual. Y Leticia es experta en sonar como el recuerdo de algo que quizá fue buena música”.

Con esta estrategia, La Oreja confirma que en el siglo XXI lo importante no es la voz, sino la actitud, el vestuario y que haya alguien con ganas de gritar en fa sostenido mientras se ilumina el escenario con focos de feria.


Aviso: Sátira 100%. Hechos 0%. Cualquier parecido con la realidad es un chiste. No es información, es humor. Ríe, duda y no pidas la factura. Si se parece a la realidad, es culpa de la realidad. Cualquier coincidencia es casualidad… o karma.


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