
Una Pareja Borra Todos Sus Cambios de Hora en los Relojes y Se Transportan a Vivir a 1985
- «Hemos recuperado el walkman, el VHS y el respeto por los vecinos»
- El experimento empezó con una rebelión contra el horario de invierno y terminó en una drogatrip nostálgica patrocinada por un Casio digital.

En un modesto piso del barrio de Lavapiés, Madrid, una pareja ha protagonizado el primer viaje temporal documentado por obstinación horaria. Según relatan, el fenómeno ocurrió el pasado domingo, cuando, negándose a ajustar sus relojes al horario de invierno, comenzaron a experimentar «anacronismos leves pero crecientes» que culminaron con su completa inserción en el año 1985.
«Todo empezó cuando dijimos ‘no vamos a cambiar la hora, estamos hartos del jetlag socialista’,» explicó Sandra Peláez, de 34 años, mientras se peina con espuma fijadora y escucha a Hombres G en un radiocasete. Su pareja, Javi Mostaza, ahora luciendo unos Levi’s 501 con un Walkman amarillo colgado del cuello, añade: «Fue inmediato. El Wi-Fi desapareció, la tele sólo tenía dos canales y nuestros vecinos empezaron a saludarnos. Entramos en shock.»
Retroceso temporal inducido por desobediencia horaria
Según afirman, el acto de desprogramar el cambio automático de hora en todos sus dispositivos, desde el móvil hasta la freidora de aire, creó una especie de vórtice cronocultural. «La freidora fue clave,» afirma Javi. «Al ponerla en hora manual, se calentó tanto que abrió una brecha espacio-temporal. Salieron palitos de merluza congelados y una guía de televisión del 84.»
Una vez plenamente integrados en 1985, la pareja dice haber disfrutado de ciertas ventajas. «Volvimos a dormir ocho horas, comimos arroz tres delicias sin culpa, y el alquiler del piso bajó automáticamente a 11.000 pesetas. Una ganga,» asegura Sandra, que ahora viste hombreras y finge que no sabe qué es Spotify.
Sin embargo, no todo fue idilio retro. «Al principio fue mágico. Luego recordamos que no había Uber Eats. Tuvimos que cocinar. ¡Cocinar! Como cavernícolas. Además, en 1985 nadie sabe lo que es el tofu y el gimnasio más cercano es un VHS de Jane Fonda.»
Los expertos: «Esto es una fumada como una catedral»
Consultado por Esto Es Mentira, el doctor Basilio Temporal, catedrático de Cronoética Aplicada en la Universidad Autónoma de Cuenca, declaró: «Esto no es un fenómeno físico, sino un clásico caso de nostalgia aguda provocada por una mezcla de microdosis mal gestionadas y un atracón de Stranger Things.»
De hecho, nuevos informes indican que la pareja había estado consumiendo una combinación de hongos alucinógenos, absenta artesana y gominolas de CBD mientras veían un maratón de «Regreso al Futuro» sin pausas para mear. «Es posible que la distorsión del tiempo fuera más bien interna, como un bucle psiconáutico con estética ochentera,» explicó un vecino, que los encontró abrazados a una televisión de tubo gritando «¡Martyyyyy!»
Vuelta al presente con efectos secundarios
Tras tres días «en 1985», la pareja fue encontrada desorientada en un videoclub abandonado, intentando alquilar «Los Cazafantasmas» con un billete de 500 pesetas. Fueron ingresados para rehidratación y reinserción digital. «Ha sido duro volver,» confiesa Sandra. «Ahora todo son notificaciones, TikTok, y pisos a 1.200 euros sin ventana. Preferíamos la disentería del pasado.»
Pese a todo, ambos han declarado que repetirían la experiencia. «Solo que esta vez lo haremos con menos setas y más control parental. Y vamos a vender freidoras de viaje temporal en Wallapop. A 3.000 pesetas. Negociables.»
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