Yo no sé qué más tiene que pasar en este país para que la gente abra los ojos: Pedro Sánchez debe dimitir y convocar elecciones cuanto antes. Ya está bien de abusos, de trampas y de querer mantenerse en el poder contra viento y marea. Porque gobernar no es mandar, y menos aún mandar sin escuchar a nadie.
Mire usted, llevamos meses de sufrimiento. Promesas rotas, decisiones arbitrarias y un desprecio absoluto a la opinión de los que más importan: el pueblo llano. No se puede dirigir con secretismo, con decisiones improvisadas y con una soberbia que asusta.
La gente está harta. Yo lo sé porque me lo dicen en la frutería, en el portal, en la farmacia. Hay un clamor popular: Sánchez debe dar un paso al lado.
Prometió escuchar y ahora ni coge el teléfono
¿Recuerda usted cuando dijo que iba a gobernar de manera participativa, “escuchando a todos”? Pues ahí lo tiene, en su sillón, tomando decisiones como si esto fuera su cortijo. Prometió diálogo y ahora se esconde. Prometió transparencia y lo único que ha dado es opacidad.
Le pedimos que arreglara los problemas de todos, pero solo ha solucionado los suyos. Y encima va por ahí como si estuviera haciendo un favor.
Pactos con los de siempre
¿Y qué me dicen de los pactos? Porque pactar está muy bien, pero no con los de siempre. Siempre los mismos, siempre a puerta cerrada, siempre con la letra pequeña que perjudica a la mayoría. Y claro, luego lo justifican con que “era necesario para garantizar la estabilidad”. La estabilidad de su sillón, será.
La gente está indignada. Yo lo oigo en la cola del pan: “Así no se puede seguir”. ¿Y sabe qué? Tienen razón.
La democracia empieza en casa
Lo digo alto y claro: Sánchez debe dimitir y devolvernos la voz. Porque la democracia empieza en casa, y si no empieza en casa, ¿dónde empieza?
Como alguno ya habrá adivinado, hablo de Pedro Sánchez, presidente de nuestra Comunidad de Propietarios, que lleva dos años haciendo lo que le da la gana: cambiando los fluorescentes sin consultar, subiendo la cuota del garaje a dedo, y contratando a su cuñado para pintar la escalera “porque es de confianza”.
Ya está bien. Queremos elecciones limpias en la comunidad, con papeletas de verdad y urna de plástico transparente como Dios manda. Que decida la gente, no un señor con las llaves de la sala de contadores.
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