Descartado el Impuesto al Sol: El Gobierno Considera un “Impuesto a la Sombra” como Servicio de Lujo

  • Quienes disfruten de una sombra en agosto sin ser clase alta, podrían estar cometiendo fraude fiscal
  • El Ejecutivo alega que “el fresquito es un privilegio que hay que regular, no un derecho universal”

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En una sorprendente maniobra fiscal que ha dejado a la ciudadanía boquiabierta y sudando, el Gobierno ha decidido descartar el polémico «Impuesto al Sol», pero lo ha sustituido por una medida aún más desconcertante: el «Impuesto a la Sombra». Según fuentes del Ministerio de Transición Climática y Riqueza Espiritual, se trata de un nuevo gravamen “progresivo y sensible al grado de frescor percibido”, que afectará a cualquier ciudadano que se beneficie de zonas de sombra en la vía pública o en espacios privados no registrados como “áreas fiscales refrigeradas”.

La ministra del ramo, Esperanza Pina del Prado, defendió esta decisión durante una rueda de prensa en la que pidió comprensión:

Estamos asistiendo a un verano con temperaturas extremas, y no podemos permitir que haya ciudadanos que disfruten de sombra gratis mientras otros se achicharran en igualdad de derechos. Es una cuestión de justicia térmica.

Sombra declarada y con licencia

A partir de septiembre, los contribuyentes deberán declarar sus horas de sombra mensuales en un nuevo formulario llamado 740-S (S de Sombra, claro), especificando si proviene de toldos, árboles, sombrillas, edificios históricos o incluso del cuerpo de un transeúnte más alto. Para calcular la tasa, Hacienda ha establecido un sistema de “índice de frescor fiscal” que pondera la densidad del follaje, la inclinación solar y el grado de envidia generada en viandantes.

El decreto prevé además la instalación de inspectores de sombra en parques, terrazas y playas, que podrán multar con hasta 600 euros a quienes se resguarden del sol sin autorización fiscal, o compartan sombra sin declarar una “cesión temporal de privilegio térmico”.

Urbanismo termocrático

La normativa también afectará al urbanismo. Las ciudades deberán rediseñar sus espacios para evitar “acumulaciones sospechosas de frescor comunal”. Los bancos públicos bajo árboles serán retirados o trasladados al centro de rotondas sin sombra, y los pasos de cebra ahora serán “pasos de fuego”, obligando a los peatones a asumir su exposición al sol como parte de la vida en democracia.

Desde la oposición, el portavoz del Partido Críticamente Opositor (PCO), Ramón Feíño, denunció lo que considera “una fiscalidad medieval con sombrero de copa”:

No puede ser que se nos imponga una distopía tropical donde solo los ricos puedan pagar sombra y los pobres tengan que andar con sombrillas clandestinas.

Respuesta ciudadana y mercado negro

La respuesta social no se ha hecho esperar. En redes sociales han surgido hashtags como #SombraParaTodos, #RefrescarNoEsDelito y #YoTambiénMeTapéConUnaPalmera. Además, ya se detecta un incipiente mercado negro de sombra portátil, con venta ilegal de toldos camuflados como pancartas políticas, y alquileres por minutos de sombra debajo de camiones estacionados.

Algunas comunidades autónomas ya han anunciado que recurrirán la medida. La Generalitat de Cataluña ha declarado que aplicará su propio “Impost del Refresquet”, mientras en Andalucía se propone una tarifa plana de sombra con derecho a abanico y ventilador manual.

De fondo, los expertos alertan de que este impuesto podría tensar aún más la convivencia climática en espacios públicos:

No solo dividiremos a ricos y pobres, sino a frescos y sudorosos. Es el apartheid térmico del siglo XXI”, afirmó la socióloga Marta Serrano durante un coloquio en la Universidad de Verano de Chiclana


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