
Las Familias Preocupadas de que sus Hijos se Eduquen con IA. Prefieren la EA, Estupidez Artificial
- La nueva tecnología educativa que simula a un profesor que no tiene ni idea pero hace pensar mucho
- “La IA te responde, la EA te mare… estimula”, dicen los defensores del nuevo sistema de aprendizaje desconcertante

Después de años confiando en asistentes educativos inteligentes que resolvían ecuaciones, corregían redacciones y explicaban el ciclo del agua con voz pausada y vídeos animados, el sistema educativo ha dado un inesperado volantazo hacia lo que los expertos llaman “confusión formativa”: nace la EA, Estupidez Artificial, una nueva generación de inteligencia artificial programada específicamente para no ayudar.
Diseñada por el Instituto Europeo de Pedagogía Desesperada (IEPD), la EA se presenta como “una inteligencia artificial que no sabe nada, pero hace como que sabe”. Su función no es dar respuestas, sino generar preguntas más confusas que la original, sugerir caminos contradictorios y, en general, actuar como un profesor de secundaria que no ha preparado la clase pero domina el arte de hacer pensar al alumno por insistencia.
“Cuando le pregunté por la Segunda Guerra Mundial, me dijo: ‘¿Y tú qué opinas? ¿Fue una secuela innecesaria?’”, cuenta sorprendido Rubén, de 12 años. “Después me puso un vídeo de una orquesta tocando el himno de Finlandia y me pidió que identificara el mensaje oculto”.
Los desarrolladores aseguran que la EA se inspira en los métodos de enseñanza de profesores legendarios como Don Jacinto, aquel docente que explicaba trigonometría mediante anécdotas de su juventud o la mítica Doña Pura, que al preguntar por los adjetivos respondía: “Eso lo sabrás tú, que tienes ojos y orejas”.
Uno de los ingenieros responsables del proyecto, Beatriz Carpanta, lo explica así: “La IA tradicional te da soluciones. La EA te da contexto, duda y frustración. Es más humano, más real. Como estudiar con resaca: no aprendes más, pero lo valoras todo después”.
El sistema EA ya ha sido probado en varios colegios piloto. Alumnos de primaria que preguntaban por la capital de Portugal recibían mapas medievales y una nota que decía: “Piensa por ti mismo, que yo no he estado allí”. En secundaria, adolescentes que pedían ayuda para entender el romanticismo literario eran redirigidos a una carta rota de un exnovio celoso y una playlist de reguetón melancólico.
Entre las funciones estrella de la EA se encuentra el Modo Docente Desganado™, donde la inteligencia artificial simula cansancio, resopla antes de cada respuesta y responde con frases como:
- “Eso lo vimos ayer. No voy a repetirlo.”
- “Busca en tu libreta. ¿Para qué la tienes?”
- “No todo en la vida es saber, a veces hay que aceptar que uno está perdido.”
Además, la EA tiene un módulo avanzado llamado *El Enigma del Saber™, que convierte cualquier pregunta directa en un enigma sin respuesta clara. Por ejemplo:
- Alumno: “¿Qué es un vertebrado?”
- EA: “Un ser con columna… o con dignidad. ¿No son lo mismo acaso?”
- Alumno: “¿Eh?”
- EA: “Piensa. Yo no te lo voy a dar hecho.”
Los resultados, aseguran los responsables, son espectaculares: “Los niños no aprenden más, pero aprenden mejor a frustrarse. Y eso también es educación emocional”, afirma Carpanta mientras le da órdenes al prototipo EA-Beta, que responde a todo con “¿Y tú por qué lo necesitas saber?”.
Las asociaciones de padres están divididas. Algunos celebran que sus hijos pasen más tiempo pensando, aunque sea en vano. Otros denuncian que el sistema ha generado estudiantes con síndrome de Oráculo: responden a todo con preguntas. “Le pregunté qué quería cenar y me dijo: ‘¿Qué crees que necesito, mamá?’”, relata una madre agotada.
Desde el Ministerio de Educación, la nueva EA ha sido calificada como “una herramienta de altísimo potencial para los alumnos del siglo XXI, especialmente los que ya están hartos de que todo se lo den hecho”.
Mientras tanto, los niños enfrentan cada día una escuela donde preguntar puede ser aún más desconcertante que no saber. Pero al menos, por fin, aprender vuelve a parecer una aventura confusa, innecesaria y deliciosa. Como la vida misma.
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