

París – En una inesperada rueda de prensa celebrada en una pastelería de Bruselas, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, reconoció que la estabilidad reciente del euro frente a las sacudidas de la economía francesa se debe, en un 74%, al impacto de los croissants, las crêpes y otros productos de bollería con denominación de origen hipster.
“Es una estrategia de política monetaria no convencional”, declaró Lagarde mientras sorbía un café con leche sin lactosa. “Al ver que Francia se hundía en huelgas infinitas, agricultores cabreados y presidentes cada vez más parecidos a modelos de pasarela con disfunción ejecutiva, decidimos respaldar la moneda con el único activo verdaderamente estable del país: la repostería.”
El “Croissant Standard”
Según documentos filtrados por el Institut Européen de Données Bizarres, el BCE implementó en 2022 el llamado “Croissant Standard”, una unidad de medida que sustituye temporalmente al oro en las reservas estratégicas europeas. Un croissant bien hojaldrado equivale actualmente a 0,89 euros, mientras que una crêpe Suzette con triple flambée supera los 1,40 en mercados de futuros.
“La ventaja del Croissant Standard es que es tangible, delicioso y universalmente reconocido, a diferencia del PIB francés, que lleva tres trimestres consecutivos siendo un número inventado por Macron en PowerPoint”, explicó Serge Dumoulin, economista de Le Figaro.
El BCE y la gran “Burbulla de Mantequilla”
No todos los analistas aplauden esta política. El influyente blog Capitalismo y Caries ha denunciado una “burbuja de mantequilla” en curso, con indicadores que muestran que el precio del croissant ha subido un 430% desde que se descubrió que podía usarse como colateral bancario.
“En cualquier momento se desinfla el hojaldre y nos quedamos con la eurozona llena de migas y deuda”, advirtió en su podcast la economista alternativa Cécile Lafouine. “Están imprimiendo crêpes sin respaldo calórico, es una locura”.
Turismo fiscal con azúcar glasé
Otra consecuencia inesperada del Croissant Standard ha sido el auge del turismo fiscal panadero. Miles de alemanes, belgas y hasta finlandeses se desplazan cada semana al sur de Francia para “invertir” en desayunos largos y reembolsables.
Los hoteles de Lyon y Toulouse ya ofrecen paquetes de inversión en masa madre, mientras que en Marsella, un cartel reza: “Sí, aceptamos criptocroissants”. El Ministerio de Finanzas francés ha respondido declarando “acto patriótico” el consumo de repostería nacional.
La OTAN pide explicaciones
A nivel internacional, la OTAN ha expresado su preocupación por la creciente dependencia geoestratégica del desayuno francés. “Si Putin invade Bretaña y se lleva la mantequilla, estamos fritos”, alertó un portavoz estadounidense. Polonia, por su parte, ha propuesto crear una “reserva militar de crepes” en los Alpes.
Fuentes no confirmadas aseguran que en las próximas semanas el FMI podría reemplazar el dólar como moneda de préstamo por el Pain au Chocolat Index, un indicador basado en densidad de chocolate y tamaño emocional percibido.
¿Qué viene después?
Se rumorea que Italia quiere competir con un “Espresso Bond” respaldado en cafeína pura, mientras España estudia emitir deuda pública con garantía de flan casero. Por el momento, el euro sigue fuerte, aunque un poco pringoso.
“Mientras haya mantequilla, hay esperanza”, concluyó Lagarde, antes de desaparecer detrás de una vitrina de éclairs.
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