Ábalos Desafía a la UCO y Sale de Truco o Trato con sus Tres Amantes a Pedir Chistorras por Madrid

  • Las tres iban disfrazadas de lechuga, él de jamón con maletín: visitaron casa por casa a constructores, como si estuvieran recogiendo mordidas “con caramelos”
  • Un homenaje grasiento a Ruiz-Mateos, pero con más colesterol, menos dignidad y olor a sobras recalentadas

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Madrid – José Luis Ábalos, exministro de Transportes y actual performer cárnico en caída libre, protagonizó anoche el espectáculo más grotesco desde que Ruiz-Mateos repartía hostias disfrazado de Superman. En su versión embutida del desquicie institucional, Ábalos se plantó en las calles de Madrid con un disfraz hinchable de jamón, un maletín lleno de “chistorras simbólicas”, y acompañado por tres amantes vestidas de lechuga sexy, en lo que ya se conoce como la Ruta del Soborno Festivo.

La escena parecía sacada de un musical de Sálvame meets Operación Malaya: iban de puerta en puerta por urbanizaciones, barrios pijos y domicilios de constructores de toda la vida, gritando “¡Truco, trato o recalificación en B!” con una naturalidad solo reservada a los que ya no tienen nada que perder.

El Trío de la Lechuga: la banda cárnico-sentimental del momento

Las tres acompañantes, rebautizadas por redes como “El Trío de la Lechuga”, iban vestidas con mallas verdes, antifaz y escote ético. Una sostenía un bote de billetes de Monopoly, otra lanzaba hojas de rúcula como confeti judicial, y la tercera recitaba en bucle los artículos del informe de la UCO con voz de GPS sensual. Lo acompañaban tres mujeres vestidas de lechuga con antifaz, identificadas por la prensa como “la funcionaria”, “la empresaria” y “la que no sabe nada pero le hace ilusión”.

Según fuentes no contrastadas (pero verosímiles), las tres serían exparejas afectivas, políticas y logísticas de Ábalos. Una habría trabajado en un ministerio, otra en una churrería y la tercera en un call center donde ya se hablaba en código: “lechuga para 100€, chistorra para 500, y si dice ‘ensalada’, corre”.

El tour: de los barrios ricos al ridículo universal

Ábalos arrancó su desfile surrealista en la Moraleja, continuó por Pozuelo y terminó en Chamberí. En cada chalé tocaba el timbre, mostraba el maletín y preguntaba:
¿Alguna alegría embutida para un viejo amigo del BOE?

A algunos constructores les pareció divertido. Otros cerraron la puerta en la cara. Uno, según testigos, soltó: “¡Yo ya he pagado bastante por ese parking, deja de disfrazarte de loncha y devuélveme los planos!”

En una urbanización de Boadilla, Ábalos fue recibido por una señora vestida de bruja que le arrojó lentejas crudas y le gritó: “¡Vete a tu casa, Ruiz-Mateos de la tripa!”

La UCO, impotente ante el teatro del absurdo

Dos agentes de paisano lo siguieron discretamente. En su informe habrían escrito: “Sospechoso en trance de delirio simbólico. Se pasea con verduras humanas. Protocolo no contempla esto. Recomendamos actuación conjunta con Sanidad Mental.”

Uno de ellos, fuera de micro, dijo: “Ya no investiga, ahora improvisa. Es como si Kafka escribiera un capítulo de Torrente.”

Fin de fiesta con grasa, lágrimas y vergüenza

La jornada culminó frente al Congreso de los Diputados, donde Ábalos se tumbó en el suelo, se cubrió con una pancarta que decía “#ChistorraNoEsDelito” y se puso a llorar mientras comía un frankfurt de gasolinera

El Trío de la Lechuga posó en twerking institucional mientras una señora mayor les arrojaba monedas y gritaba: “¡Esto antes no pasaba con Calvo-Sotelo!”


Aviso: Sátira 100%. Hechos 0%. Cualquier parecido con la realidad es un chiste. No es información, es humor. Ríe, duda y no pidas la factura. Si se parece a la realidad, es culpa de la realidad. Cualquier coincidencia es casualidad… o karma.


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