

En un movimiento tan lógico como pedir un crédito para comprarse una piedra lunar en Wallapop, el mundo cripto ha decidido abrazar el patrón oro. Sí, ese mismo sistema que fue abandonado hace décadas por ser “limitante, arcaico y propenso a guerras coloniales”, vuelve a estar de moda entre los libertarios con avatar de rana y promotores de NFTs de chorizos pixelados.
La nueva tendencia, bautizada por sus impulsores como “Orochain”, promete “devolver la confianza al sistema” fusionando dos conceptos que ya han demostrado por separado ser inestables, opacos y completamente desconectados de la realidad: las criptomonedas y los metales preciosos.
Una solución absurda para un problema inventado
Según el portavoz del recién creado consorcio «Crypto Bullion Alliance», un tal Satoshi Goldstein, “la única forma de garantizar la estabilidad de nuestras monedas descentralizadas es anclarlas a un activo físico del que tampoco controlamos nada”. La idea, explica, es “respaldar cada token con una cantidad equivalente de oro almacenado en un búnker suizo lleno de cámaras, sensores y youtubers financieros”.
Los expertos, que llevan años advirtiendo que las criptomonedas son “una estafa piramidal con buenos gráficos”, no saben si reír o abrir cuentas offshore. “Me parece perfecto. Es como si un grupo de trileros decide operar solo en mesas de mármol para dar más confianza”, comenta María Dolores Timo, catedrática en Especulación Desenfrenada por la Universidad de Cuenca.
El patrón oro… pero con Wifi
Lo curioso es que este nuevo sistema de “cripto-oro” implica registrar la existencia del oro en blockchains que nadie puede verificar, gestionadas por mineros que no tienen oro, y validadas por nodos que siguen sin saber qué es un gramo. Aun así, miles de influencers financieros ya celebran la noticia subiendo vídeos donde queman billetes mientras gritan “¡Bitcoin is back, baby!”
Elon Musk ha reaccionado tuiteando simplemente: “Nice”, lo cual ha provocado una revalorización inmediata de un 200% del nuevo token $BULLSHINE, respaldado supuestamente por “oro puro certificado por un tío en Telegram”.
Una estafa, pero vintage
Los impulsores aseguran que este paso “devolverá el alma al sistema financiero”, pero analistas advierten de que probablemente solo devuelva las estafas del siglo XIX. “Esto es como vender humo, pero en botes de oro macizo. El humo sigue ahí, solo que brilla más”, señala Jacinto Cráter, economista reconvertido en streamer de ajedrez porque “esto ya no hay quien lo entienda”.
Mientras tanto, bancos centrales de países serios miran con extrañeza esta combinación de feudalismo y cyberpunk. “Hemos visto a gente haciendo staking de lingotes, pagando comisiones del 17% por tener un NFT de una pepita. Estamos en el fin de los tiempos”, declaró en off un directivo del Banco Central Europeo antes de tomarse dos tilas.
¿Y ahora qué?
En resumen: el mundo cripto, tras fracasar en convencer a la humanidad de que los monos dibujados eran arte, ha decidido que lo mejor es volver al oro. Solo que con más electricidad, menos regulación, y mucha, mucha palabrería.
Lo próximo, según fuentes no verificadas, será lanzar un token basado en la posesión emocional de diamantes y un metaverso minero donde los avatares excavan pepitas digitales en una versión pixelada del Klondike.
Como siempre, lo mejor es recordar el viejo mantra financiero: si alguien te promete rentabilidad infinita respaldada por oro, gifs y libertad, probablemente te va a robar… pero con una sonrisa y una suscripción a su canal de Discord.
Categorías:
- Dinero Manda