¿De Qué Se Disfrazaron los Políticos para Halloween?

  • Cuando la política viste su peor máscara
  • Gafas, presos, influencers y ochenterismos: la fiesta del poder se vuelve carnaval

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En una España donde la política ya roza la fantasía, la noche de Halloween se ha convertido en el desfile definitivo del esperpento institucional. Esta vez, no hubo que esperar a elecciones o debates para ver a nuestros líderes políticos disfrazados de lo que realmente quisieran ser… o de lo que más temen. Aquí el repaso completo —e inventado, pero verosímil— de los disfraces con los que nuestros representantes acudieron a la espeluznante fiesta democrática de Todos los Santos.

Alberto Núñez Feijóo

El líder del Partido Popular apareció disfrazado de personaje de Narcos, serie que confiesa “haber visto por accidente mientras hacía zapping en la tele de un hotel”. Con camisa abierta hasta el pecho, cadena dorada, bigote ochentero y gafas de sol en interiores, Feijóo dijo representar “la lucha contra el crimen organizado desde dentro”. Algunos compañeros del PP temen que se haya tomado demasiado en serio el rol: pidió un despacho con sofá de cuero y se refiere a Génova como “mi cártel”.

Santiago Abascal

El líder de Vox eligió para Halloween un disfraz que provocó escalofríos incluso entre sus votantes: “de demócrata”. Con camisa blanca, sonrisa ensayada y una bandera del arco iris estampada en la solapa, Abascal paseó por el Congreso gritando “¡Más participación ciudadana!” y “¡Reformas para todos!”. En Twitter, sus seguidores creyeron que se trataba de un profundo sarcasmo, pero según fuentes internas, Abascal practicó frases como “diálogo plural” frente al espejo durante días. A medianoche, se arrancó la camisa entre lágrimas gritando: “¡No soy yo!”.

Carles Puigdemont

Desde Bruselas, y en conexión holográfica con una fiesta temática organizada por él mismo, el expresidente catalán eligió disfrazarse de preso con pijama de rayas. “Es un símbolo de la opresión que vivo a diario mientras ceno mejillones con patatas fritas”, dijo. El disfraz incluía un número de reo bordado (1714), una bola atada al tobillo y una llave que, en realidad, abría una cava de vinos. El performance culminó cuando Puigdemont gritó “¡Yo soy el prisionero político número uno de Europa!” mientras se servía otro cava.

Isabel Díaz Ayuso

La presidenta madrileña optó por disfrazarse de octogenaria. Con peluca blanca, bastón y gafas de aumento tamaño parabólica, Ayuso dijo rendir homenaje a “las mujeres mayores que levantaron este país y este partido a base de callos, café con leche y rabia contenida”. En un arranque de método actoral, pidió que se le hablara de usted durante toda la jornada. Alguien le ofreció asiento en la Asamblea y ella respondió: “Yo aún tengo fuerza para recortar tres hospitales más”.

Gabriel Rufián

El portavoz de ERC acudió disfrazado de influencer de TikTok. Con camiseta oversize, zapatillas fluorescentes, gafas de pasta y una ring light colgada al cuello, Rufián no dejó de grabar vídeos durante la jornada parlamentaria. Mientras los demás debatían los presupuestos, él grababa un challenge titulado “Baila si odias el centralismo” y subía filtros de perrito con orejas que aullaban “¡Procés!”. Su equipo asegura que el disfraz es “una crítica irónica al vaciamiento de contenido en la política moderna”; otros piensan que simplemente quiere seguidores.

Yolanda Díaz

La vicepresidenta segunda se presentó disfrazada de empresaria de la patronal. Traje sastre gris, gafas negras, carpeta de informes y actitud implacable. En lugar de hablar de derechos laborales, soltaba frases como “hay que flexibilizar la explotación” o “los convenios son una antigualla”. A su lado, un falso asistente repartía tarjetas con el logo ficticio de “CEOE-Díaz Consulting”. Fuentes cercanas aseguran que, durante media hora, confundió incluso a empresarios reales, que intentaron ficharla para una ponencia en el Foro de Davos.

Pedro Sánchez

Y como estrella absoluta del espanto político-estético: Pedro Sánchez. Tras el reciente revuelo causado por sus misteriosas gafas en su última comparecencia en el Senado, el presidente decidió “disfrazarse de sí mismo con gafas pero en versión aumentada”. Montura gigantesca, lentes que lanzaban destellos y una camiseta que rezaba “Yo veo más lejos que tú”. Preguntado por el simbolismo del disfraz, Sánchez respondió: “No son gafas. Son visión de Estado”.

En resumen, la noche de Halloween fue menos un desfile de monstruos que una radiografía de los miedos, deseos y contradicciones de quienes gobiernan este país. Entre narcos, abuelas, presos simbólicos y gafas con superpoderes, quedó claro que en política, como en Halloween, todo es cuestión de ponerse el disfraz correcto… y saber cuándo quitárselo. Aunque, por lo visto, algunos se lo dejan puesto todo el año.


Aviso: Sátira 100%. Hechos 0%. Cualquier parecido con la realidad es un chiste. No es información, es humor. Ríe, duda y no pidas la factura. Si se parece a la realidad, es culpa de la realidad. Cualquier coincidencia es casualidad… o karma.


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