
LUX. Primer Disco Cuántico de Rosalía. Es una Mierda y Gusta a Todos al Mismo Tiempo
- La artista rompe la física, la metafísica y la paciencia del oyente medio con un álbum que desafía al gusto… y gana.
- Entre orquesta sinfónica, 14 idiomas y referencias religiosas, LUX es la obra maestra que nadie pidió… y que todos aplauden.

En una maniobra que solo puede describirse como “marketing dimensional”, Rosalía ha presentado LUX, el primer disco cuántico de la historia: un álbum capaz de ser una maravilla sublime y un desastre vergonzoso en la misma fracción de segundo. A diferencia de los discos normales, que exigen reproducirse uno después de otro, LUX se escucha simultáneamente en todos sus puntos —y, según algunos usuarios, también en habitaciones donde no hay altavoces.
El Ministerio de Cultura aún no se ha pronunciado oficialmente, pero fuentes internas aseguran que varios funcionarios han quedado atrapados en un bucle de “segundo movimiento — duda existencial — repetir” desde hace días. Un asesor declaró, con lágrimas en los ojos: “No sé si me encanta o si he perdido la orientación espacio-temporal, pero está bien producido”.
Un disco grabado en un laboratorio y mezclado en el purgatorio
Para componer LUX, Rosalía habría pasado tres semanas encerrada en un “entorno de vacío emocional controlado”, también conocido como el típico estudio de Londres donde ningún músico duerme y todas las decisiones se toman a las 4 de la mañana.
Testigos aseguran que en la fase de mezcla apareció una cápsula de Schrödinger que contenía un sintetizador que a la vez funcionaba y estaba roto. Se dice que uno de los productores lo describió como “el espíritu mismo del pop experimental”, mientras otro técnico afirmaba que era “la cosa más inútil desde el autotune aplicado a un canto gregoriano”.
El resultado final combina orquesta sinfónica, ritmos electrónicos, coros que parecen invocar a un santo desconocido y fragmentos cantados en idiomas que ni la RAE ni Google Translate han podido identificar. Según la propia artista, “no son idiomas reales, pero si los canto con suficiente sentimiento, la gente creerá que sí”.
Y tenía razón.
Los fans la aman. Los detractores también. Nadie sabe por qué.
A las pocas horas del estreno se formó una grieta cultural inesperada: personas que odian el disco y personas que lo adoran comparten exactamente los mismos argumentos. Un fenómeno que la Universidad Autónoma de Barcelona ya estudia como “Efecto Rosalía de Interferencia Social”.
Ejemplo realista:
—“Es demasiado pretencioso, yo esperaba algo más simple”, dice un crítico.
—“Precisamente porque es pretencioso es una genialidad”, responde otro crítico, sin dejar de copiar‐pegar ideas del primero.
Mientras tanto, en redes sociales los oyentes han empezado a describir sensaciones ambiguas:
- “Lo escuché y me aburrí, pero no pude dejar de escucharlo.”
- “Me produce estrés, pero un estrés elegante.”
- “Creo que me gusta, pero también creo que me está juzgando.”
Spotify, por su parte, ha tenido que habilitar una nueva categoría: “Pop Cuántico”, cuya descripción oficial reza: “Música que no sabes si te está gustando o si simplemente estás atrapado en un concepto”.
Un viaje espiritual, pero más caro
En el tercer movimiento del álbum, Rosalía introduce un coro monástico compuesto, según la nota de prensa, por “monjes freelance”, tendencia creciente en el sector religioso. Aseguran cantar en “modo lidio transdimensional”, que básicamente suena como si una iglesia hubiera ingerido demasiada cafeína.
El cuarto movimiento culmina en un final explosivo que, según expertos, “es como asistir a un bautizo, un funeral y un after techno al mismo tiempo”. Un oyente lo describió como “un abrazo de Dios dado por un altavoz Bose”.
¿Por qué es una mierda? ¿Por qué gusta a todo el mundo?
Porque la cultura contemporánea funciona así:
- Si algo es simple: meh.
- Si algo es complejo: arte.
- Si algo es incomprensible: obra maestra inmediata.
Y LUX es exactamente eso: incomprensible con presupuesto.
Además, hay una verdad incómoda: nadie quiere admitir que no ha entendido un disco caro. Si hay una orquesta sinfónica, 14 idiomas inventados y un videoclip grabado dentro de una cámara de niebla, tú eres el problema si no lo pillas.
Resultado: todo el mundo dice que le encanta, aunque nadie pueda tararear una sola melodía.
Veredicto final
LUX es un disco fuera de control, excesivo, brillante, absurdo y pretencioso. Es arte elevado y es ruido caro. Es una mierda y es una joya. Es todo al mismo tiempo y por eso funciona.
Rosalía no ha hecho un álbum: ha hecho un test psicológico masivo. Y todos hemos caído.
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- Ocio y Resaca


