
Pirómanos en Huelga. Hartos de que la Oposición Culpe al Gobierno de los Incendios en Agosto
- “Indignados porque la Oposición les roba el protagonismo culpando al Gobierno”
- “Exigen reconocimiento sindical, convenio colectivo y dejar de ser usados como argumento en tertulias”

Los incendios arrasan España, las llamas avanzan imparables y la oposición hace lo que mejor sabe hacer: arder en titulares sin aportar una mísera gota de agua. En medio del caos, los verdaderos profesionales del fuego —los pirómanos— han dicho basta. “Estamos hartos de que el PP nos quite el mérito. Llevamos décadas quemando pinares con orgullo y ahora resulta que la culpa es del Gobierno. Pues no, señores, no”, declaró entre chispas de indignación Chispa Rebelde, portavoz del recién creado Sindicato Nacional de Pirómanos Autónomos (SINPA).
La huelga comenzó con un gesto simbólico: los pirómanos dejaron de prender montes para concentrarse frente al Congreso con velas, mecheros sin gas y bengalas apagadas. En sus pancartas podía leerse: “No somos pirómanos, somos artistas del fuego” y “Gobierno dimisión, pero por aburridos, no por arder”.
La Oposición: de bomberos nada, de pirómanos frustrados todo
El PP, con esa capacidad de convertir cualquier catástrofe en programa electoral, ha encontrado en el humo veraniego un perfecto plató de campaña. “El Gobierno es culpable de cada hectárea quemada, de cada chopo chamuscado, de cada piñón tostado”, repitió un dirigente popular mientras posaba frente a un pino ardiendo, convenientemente iluminado para la foto.
Los pirómanos, ofendidos, replican:
Llevamos años perfeccionando la técnica: la botella rota, la lupa al sol, la barbacoa estratégica… y ahora llegan ellos y dicen que los incendios son culpa de Sánchez. ¿Perdón? ¡Nosotros existimos! ¡Reconoced nuestro trabajo!”.
Incluso han solicitado a la ministra de Trabajo un convenio colectivo: 40 fuegos al año, derecho a gasolina subvencionada y vacaciones en la playa (que, de momento, aún no arde).
Incendios como excusa política: del bosque al plató
Mientras Jarilla y Molezuelas se consumen como un cenicero en feria, la oposición exige “más medios”, “más brigadas”, “más Ejército”… pero, curiosamente, en sus comunidades olvidan activar los protocolos de nivel 3, lo que permitiría al Estado intervenir directamente. “Es que si pedimos ayuda, luego no podemos culpar al Gobierno”, confesó un barón autonómico en un micro abierto, antes de incendiar su propia rueda de prensa con powerpoint y lágrimas de cocodrilo.
Óscar López, desde Moncloa, se mostró exasperado:
Aquí unos luchan contra el fuego y otros luchan por pantalla en las tertulias. Si tanto les gusta el humo, que se vayan a un bar de cachimbas y nos dejen trabajar
Mientras tanto, Silvia Intxaurrondo resumía en veinte segundos lo que lleva semanas intentando explicar: que la oposición confunde la política de incendios con la política de incendiar.
El país en llamas, la oposición en llamaditas
Entre evacuaciones, hectáreas arrasadas y vecinos confinados con olor a brasero permanente, la ciudadanía contempla atónita cómo los partidos usan las brasas para asar su campaña. El drama nacional se convierte en sketch parlamentario, donde el fuego no se combate con agua, sino con acusaciones recicladas del verano pasado.
Los pirómanos, fieles a su ironía, planean nuevas formas de protesta: desde dejar cerillas sin fósforo en las gasolineras hasta organizar el primer festival Burning España, patrocinado por partidos de la oposición, con conciertos acústicos a la luz de las llamas.
Como concluyó entre aplausos y humo Bengala Injusticiada:
“El Gobierno será muchas cosas, pero incendiario no es. Incendiarios somos nosotros. ¡Respeten nuestro gremio, carajo!”.