El Cambio Climático No Entiende de Política. No Es de Derechas, Ni de Izquierdas

Mientras los políticos declaman, el planeta sube el termómetro discretamente.
No importa si eres rojo o azul: el cambio climático te calienta igual.

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Ignacio de la Sorna

Ignacio de la Sorna es un escritor, analista y aficionado a las sobremesas infinitas. Su estilo mezcla la ironía con la reflexión seria, como quien cita a Sócrates para hablar de por qué las tostadoras deberían votar. Cree que todo problema político se puede resolver con un buen chiste, una metáfora absurda y un poco de paciencia… aunque no necesariamente en ese orden.

El cambio climático no vota, no forma plataformas electorales, ni pide subvenciones basadas en siglas. Es el gran espectador que ve con indiferencia cómo los partidos se pelean por el micrófono mientras los termómetros rebosan melodrama. Mientras tanto, las olas crecen, los bosques arden y los pingüinos —sí, esos señores con frac— contemplan perplejos este vodevil de egos humanos sobre un planeta que simplemente respira.

cuando la ciencia se pone en pie de guerra y la política aplaude desde la grada

Veamos algunos datos verídicos (aunque parezcan sacados de un manual de “qué hacer para parecer informado sin perder el estilo”):

En 2024, la temperatura global superó por primera vez los 1,5 °C respecto a la era preindustrial, marcando el año más cálido registrado, con consecuencias tan dramáticas como incendios en Los Ángeles y catástrofes hídricas en Nepal o España.
En julio de 2025, otro récord: el promedio global estuvo 1,25 °C por encima, y en algunos lugares, como Turquía, se rozaron los 50,5 °C. Y no, no fue para tostar pan.
Una encuesta global reciente —el “Proyecto 89 %”— revela que entre el 80 y el 89 % de las personas quieren más acción contra el cambio climático y muchos estarían dispuestos a donar el 1 % de sus ingresos. En EE.UU., esa cifra baja un poco, pero aún llega al 75 %.
En EE.UU., el 54 % de los ciudadanos considera el cambio climático una amenaza mayor. Sin embargo, solo el 12 % de los republicanos cree que debería ser una prioridad para el Congreso y la Presidencia.
Aun así, en propuestas concretas como créditos fiscales para eficiencia energética o captura de carbono, mayorías de republicanos y demócratas coinciden.
Mientras algunos gobernantes —como ciertos partidos conservadores en Europa— abrazan el net‑zero, en EE.UU. una parte del ala republicana arremete contra los informes oficiales y científicos, intentando reescribir la narrativa, literalmente.

¿No es irónico? La ciencia habla en decibelios; la política, en susurros de desdén partidario.

Termostato Político

Es como si el planeta fuera un árbitro que saca tarjeta roja mientras los políticos discuten la alineación del equipo. Trump y sus clones vociferan en contra de regulaciones, mientras científicos se organizan para mantener viva la verdad —aunque sea a codazos.

Y mientras algunas élites políticas retroceden con el gas, la sociedad avanza, con encuestas apuntando a claros deseos de cambio. Pero los fondos de los lobbies de combustibles fósiles (dos mil millones entre 2000‑2016 solo en EEUU) malévolamente silencian esa voz colectiva.

Una Plaga de Langostas

El planeta no es de derechas ni de izquierdas —ni siquiera vota—, pero parece que tiene más sentido común que muchos políticos. Es el único ente global que puede permitirse el lujo de ignorar ideologías, y sin embargo, es el único que merece ser escuchado con urgencia.

Si fuera un ser humano, ya habría montado una huelga, tomado posesión del micrófono y redactado un editorial más serio que todos los debates electorales juntos. Porque mientras discutimos quién gobierna, la Tierra se recalienta. Y esa, estimado lector, es la comedia más dramática que jamás permitimos interpretar.

¿Qué sentido tiene tener hijos si no tenemos una disposición clara e inequívoca de dejarles un mundo mejor? ¿Qué sentido tiene gastar dinero en una posible colonización de Marte, cuando resulta mucho más barato arreglar nuestro planeta? No tiene sentido conquistar el planeta rojo si no nos merecemos vivir en el planeta azul porque lo hemos destrozado como una plaga de langostas.