

Lo que prometía ser una noche de nostalgia, bohemia y versos arrastrados acabó convirtiéndose en un espectáculo sonoro que algunos asistentes han comparado con “una sierra oxidada cortando un saxofón en llamas”. Joaquín Sabina, de 76 años, ofreció un concierto en el WiZink Center que ha despertado más preocupación por su laringe que por su repertorio.
“Cantó Y sin embargo y parecía un cuervo con nicotina”, afirmó Maruja Calderón, fan histórica, que asistió con un cartel que decía: “Joaquín, deja que la voz descanse”. No fue la única. A lo largo del concierto, el murmullo general de los asistentes fue derivando en una petición colectiva insólita: “¡Gárgaras ya! ¡Gárgaras ya!”
La situación escaló cuando, a mitad de 19 días y 500 noches, Sabina se quedó sin voz en la palabra “nocheeeees” y sólo pudo articular un quejido que los técnicos de sonido interpretaron como interferencia del pinganillo. El guitarrista principal abandonó el escenario por error, creyendo que el concierto había terminado.
Un tratamiento popular y urgente
El clamor popular no se hizo esperar. Las redes sociales estallaron en memes y diagnósticos no solicitados. “Esto no es voz rota, es voz despedazada”, tuiteó un otorrinolaringólogo jubilado que aseguraba poder reconstruir la faringe de Sabina con té y silencio.
Ante la presión, el propio Sabina ha declarado esta mañana: “Me haré gárgaras, pero con whisky. Que el Listerine lo usen los que cantan limpio”. Según su mánager, ya se ha iniciado un tratamiento experimental en el que se combinan infusiones de miel con versos de Antonio Machado recitados al revés.
Un portavoz de la SGAE, que ha pedido mantenerse anónimo por miedo a represalias de cantautores envejecidos, ha confirmado que se está estudiando una reforma del estatuto del músico senior: “Si tienen que estar vivos para cobrar derechos, al menos que suenen vivos. Queremos evitar lo que llamamos ‘síndrome Raphael post-carbono’”.
El público se organiza
Varios colectivos de fans han creado la plataforma “Gárgaras para Joaquín”, que busca financiar un humidificador personal para cada concierto. “No pedimos autotune, solo que no nos duela el alma cada vez que entona la ‘ese’”, explica Paco Milans, portavoz del grupo.
La plataforma también ha comenzado a repartir caramelos de propóleo entre el público, por si acaso el propio Sabina se niega a ingerirlos. En algunos sectores del WiZink, se llegó a corear: “¡Eructa menos y vocaliza más!”
En una encuesta rápida realizada al salir del recinto, un 62% de los asistentes consideró que la experiencia fue “poética aunque dolorosa”, un 31% la describió como “un lamento con entradas” y un 7% confesó que creían haber visto un monólogo de Leo Bassi.
Próximos pasos
Sabina, según fuentes no contrastadas, estaría considerando una gira de “poesía hablada”, donde recite en vez de cantar, acompañado por un humidificador y una banda de jazz silencioso. El primer espectáculo piloto, titulado Faringe y Sentimiento, se presentará en Segovia bajo estrictas medidas de hidratación vocal.
“Puede que esté viejo, pero todavía puedo susurrar versos y escupir metáforas”, dijo el artista al cerrar el concierto, justo antes de que el micrófono captara una gárgara en re menor.
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