

MOSCÚ / MAR-A-LAGO – En una rueda de prensa compartida que nadie comprendió del todo, Vladímir Putin y Donald Trump anunciaron un «acuerdo estratégico multiterritorial de buen rollo» que incluye el cese de la guerra con Ucrania meditante la anexión inmediata del Donbás ucraniano, la región autónoma de Murcia (España) y una franquicia experimental del restaurante español «100 Montaditos» en los Urales.
«Putin ha sido muy claro con lo que quiere y yo respeto eso. Tiene gustos caros: tierra, conflictos fronterizos y bocadillitos pequeños», declaró Trump mientras le daba una servilleta con su firma al mandatario ruso. «Yo le dije: si te llevas Murcia, al menos deja el Mar Menor. Y él dijo: no, el Mar Menor es mi spa personal desde ya mismo.»
El Kremlin ha emitido un comunicado posterior donde se afirma que la anexión de Murcia «no tiene nada que ver con ambiciones imperiales, sino con el clima y la disponibilidad de churros con chocolate a las 3 de la tarde». Según sus portavoces, «el Donbás representa el corazón histórico del mundo eslavo, Murcia representa el alma mediterránea de las abuelas gritándote desde los balcones. Ambas son esenciales para la seguridad nacional rusa.»
En un intento de dar un giro humanitario al acuerdo, Trump apeló a la «solidaridad natural del pueblo español» para facilitar el cese de hostilidades en Ucrania: «Los españoles siempre han sido generosos. Nos dieron a Enrique Iglesias, las tapas y el reguetón. Ahora pueden darnos la paz mundial si nos dejan quedarnos con Murcia un ratito.» Además, sugirió reducir los aranceles con España un 1% como gesto de buena voluntad, «aunque solo si me dejan elegir los nombres de las calles en Cartagena».
Un 100 Montaditos en Siberia: la diplomacia del pán de molde
El acuerdo incluye una concesión de licencia exclusiva para que el gobierno ruso explote una franquicia del «100 Montaditos» en la región de los Urales, la cual abrirá con un menú adaptado que incluirá el «montadito de caviar y nostalgia soviética» y el «jamón con disidencia levemente envenenada».
«Putin no quería solo una base militar, quería una base de panecillos calientes», explicó un asesor que pidió anonimato y una botella de vodka. «Trump le dijo que si ponía su cara en el menú, le daría dos franquicias más. Y Putin dijo que solo si puede cambiar el nombre a ‘100 Pequeños Zares’.»
Reacciones internacionales: pérdida de contacto con la realidad
Desde la Unión Europea se ha emitido un comunicado que, al traducirse al ruso, ha resultado ser una receta de paella con piña. El gobierno español, por su parte, se ha mostrado «confuso pero abierto al diálogo siempre que no implique más reuniones antes de las vacaciones de septiembre».
«Murcia no está en venta, pero si quieren llevarse un poco, que empiecen por el Ikea de Nueva Condomina, que está casi vacío», declaró un portavoz del Ministerio de Exteriores mientras consultaba Google Maps para ver dónde están los Urales.
Putin se lo queda todo: Donbás, Murcia y la carta de tapas
Fuentes cercanas al Kremlin aseguran que Putin planea visitar Murcia en octubre «para inspeccionar personalmente la huerta y nacionalizar los paparajotes». Además, ha solicitado formalmente que el himno regional murciano sea sustituido por una versión en balalaika de «Kalinka» cantada por escolares con abanicos.
En cuanto a Trump, ha dejado claro que considera esta operación «una victoria para el buen gusto y la diplomacia de bar». Según su última publicación en Truth Social: «Putin es un gran tipo. Me prometió que si le va bien con Murcia, lo siguiente será Badajoz y un VIPS en el Kremlin.»
No se descarta que en la siguiente cumbre internacional ambos mandatarios reclamen también parte de Portugal, tres estaciones de metro de París y la receta original del salmorejo cordobés, como parte de una «operación geosabor global».