
‘Que Corra el Aire’. El Sótano de los Abanicos Olvidados
- El debut literario que ya se estudia en talleres de escritura con incienso, silencio obligatorio y abanico vintage incluido.
- Un homenaje a la literatura dentro de la literatura dentro de la literatura, todo envuelto en una brisa de misterio, celulosa y léxico aromatizado.

La novela Que Corra el Aire, del hasta ahora desconocido novelista barcelonés Carlos Zanón, ha llegado a las mesas de novedades de librerías con la misma elegancia con la que un bibliotecario octogenario coloca un exlibris invisible sobre un ejemplar que nunca será prestado.
La obra, que se presenta como el primer tomo de la saga «Saga de las Sombras que No se Ven Pero Se Intuyen con Viento Cruzado», transcurre entre callejones neblinosos, hemerotecas secretas y un misterioso comercio de abanicos antiguos regentado por una viuda que solo habla en hipérbaton. Desde la primera página, el lector se ve arrastrado por un torbellino de referencias literarias veladas, personajes con nombres impronunciables y descripciones tan detalladas que uno puede oler el pergamino mojado y el sudor emocional de un editor frustrado.
Un sótano, una brisa, y 732 páginas de gloriosa digresión
La trama gira en torno a Gasparín, un joven aprendiz de encuadernador con sobrepeso emocional, que un día encuentra en el subsuelo de la librería «La Ventolera Inmortal» un abanico roto con una cita escrita en tinta invisible: «El polvo es el silencio que no se ha leído.» A partir de ese momento, Gasparín se embarca en una búsqueda para descubrir al autor de esa frase, que podría ser su padre, un poeta clandestino, o una metáfora de la transición democrática.
Durante el trayecto, el lector es conducido por una galería de personajes tan sofisticadamente inverosímiles que parecen sacados de un catálogo de nombres prohibidos por la RAE: Doña Lúgubreta, la encuadernadora ciega que corrige manuscritos con el tacto de su gato difunto; El Marqués de la Párrafo Inacabado; y un joven amnésico llamado Soloqué, que sólo habla en aforismos.
Crítica unánime: «Como leer con guantes de encaje puestos y una copa de absenta olvidada»
Los críticos han sido unánimes en su admiración. La Voz Silente de las Letras la ha descrito como “una bofetada con guante blanco a los amantes del argumento”. Revista Contraportada afirma que “es como si Borges hubiese colaborado con una pitonisa en paro y un diseñador de aromas para crear una novela que se lee con el paladar”.
Incluso el sector educativo ha reaccionado: varios colegios concertados de inspiración sueca ya la han incorporado como lectura obligatoria en su asignatura transversal de «Sensibilidad y Duda».
Un legado que abanica el porvenir
La editorial que ha publicado el libro, Sombra Brisa Editores, ha anunciado una edición de lujo con cubierta de terciopelo olfativo y prólogo escrito por un loro que vivió en casa de Alejandra Pizarnik. En la Feria del Libro de otoño, ya se preparan firmas del autor en habitaciones oscuras, donde el lector deberá encontrar al escritor entre estanterías mientras suena un cuarteto de cuerda que sólo interpreta temas de Enya ralentizados.
Que Corra el Aire no solo es una novela: es una experiencia literaria, una instalación emocional, un acto de fe tipográfica. Es, sobre todo, el testimonio de que la literatura puede seguir siendo un lugar donde nada tiene sentido pero todo tiene estilo.