

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció anoche entre vítores, aplausos pregrabados y un fondo de olas vectoriales que este sábado, a las tres de la madrugada, los españoles deberán atrasar el reloj una hora “si quieren seguir viviendo en la España peninsular”.
“Quien no se retrase con nosotros, se retrasa contra nosotros”, advirtió el líder socialista, señalando un reloj de arena mientras Fernando Grande-Marlaska lo giraba en dirección contraria “por despiste performativo”.
Según Moncloa, la medida forma parte del Plan Tictac Socialista (PTS), un programa “de justicia horaria” que busca eliminar “las desigualdades entre quienes viven en horario solar y quienes viven en horario emocional”.
Sánchez aseguró que España no volverá a sufrir “el caos horario neoliberal que dejó Rajoy”, y prometió que el país “se sincronizará de una vez por todas con la hora justa, progresista y climáticamente neutra”.
Un plan para devolverle el tiempo al pueblo (y quitárselo a los demás)
El ministro Marlaska, encargado de coordinar el operativo, ha desplegado 3.000 “Inspectores del Tiempo” por todo el país.
“Entraremos en los hogares, los microondas y las mentes. Nadie escapará a la justicia horaria”, declaró, con una sonrisa que asustó incluso al teleprompter.
Fuentes del ministerio aseguran que el sistema de control se basará en un algoritmo llamado CronoRojo, capaz de detectar si alguien vive “una hora por delante de la conciencia socialista”. Los infractores serán reeducados en Canarias, donde recibirán talleres de relojería ética, yoga a contraluz y cursillos de “desfase moral”.
“Los relojes no mienten, pero el neoliberalismo sí”, añadió Marlaska, antes de confundir un Casio con una cámara de vigilancia.
Canarias: “Ya era hora, pero no esta hora”
Desde el archipiélago, las autoridades locales se muestran desconcertadas.
“Nosotros ya tenemos nuestra propia hora, pero ahora parece que también nos toca adoptar a los que no saben cambiar la suya”, declaró el presidente canario, rodeado de turistas desorientados y relojes de pulsera derretidos por el sol.
Las islas ya han habilitado “zonas de acogida horaria”, con hamacas, relojes gigantes y cursos de adaptación para peninsulares recién deportados.
Un canario anónimo lo resumía con resignación: “Aquí llegan preguntando si seguimos siendo una hora menos. Les decimos que sí, pero cada vez menos seguros”.
La oposición pierde la noción del tiempo
Desde la oposición, la confusión ha alcanzado niveles históricos.
Feijóo ha acusado al Gobierno de “secuestrar el tiempo” y ha prometido que, si llega a La Moncloa, “devolverá a los españoles la libertad de atrasar o adelantar el reloj según su criterio personal o su tarifa de la luz”.
“Esto es socialismo horario”, gritó durante una rueda de prensa convocada a las dos de la tarde, aunque en su móvil eran las tres y media.
Vox, por su parte, ha denunciado que el cambio de hora “es un ataque frontal a los valores tradicionales del mediodía español” y ha presentado una proposición de ley para “fijar la hora en la que Dios creó la tortilla”.
Podemos ha celebrado la medida con entusiasmo. Ione Belarra declaró que “el tiempo debe ser feminista y circular”, mientras Irene Montero pidió que se añada una “hora morada” entre las 23:00 y las 00:00 para “pensar colectivamente si queremos dormir o deconstruirnos”.
Bruselas, atónita pero puntual
Desde Bruselas, Ursula von der Leyen ha asegurado que “Europa siempre apoyará las reformas estructurales, aunque no tenga ni idea de qué hora es en Madrid”.
Francia ha pedido “respeto por el huso europeo central”, Alemania ha adelantado cinco minutos su reloj “por eficacia preventiva” y Portugal simplemente ha dicho: “otra vez con esto, joder”.
Un país a destiempo
Fuentes internas del PSOE admiten que el presidente “se tomó demasiado en serio la metáfora de estar en el lado correcto de la historia” y ahora pretende “que el reloj también lo esté”.
A última hora de la tarde, Moncloa confirmó que el decreto se publicará en el BOE “en la hora que toque, cuando toque”.
Mientras tanto, en las calles de Madrid ya se oyen gritos de confusión y esperanza:
—¿Qué hora es?
—La que diga Pedro.
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